Mi herencia africana: el karité
Son tantas cosas y tan buenas las que África ha aportado a mi vida de una manera natural y cotidiana, que me gustaría compartirlo con vosotros.
Hoy os voy a hablar de la MANTECA DE KARITÉ, un producto imprescindible en mi hogar desde hace años, sobre todo desde el nacimiento de mis hijos.
El Karité es un árbol de la sabana africana occidental y da un fruto parecido a las avellanas, del que se extrae la manteca. Son las mujeres las que la prensan y amasan intensamente hasta obtener la textura de la mantequilla.
Hace ya once años que nació mi sobrino Nicolás, el primogénito de nuestro hermano Nico y su mujer senegalesa Calixta. El parto fue en Madrid y vino la familia de Calixta a acompañarles. Se hospedaron en nuestra casa y pudimos disfrutar de la sabiduría y experiencia de la abuela Hadio en el cuidado del recién nacido, aprendiendo a dar baños y masajes con la manteca de karité para fortalecer y tonificar los músculos del bebé. Yo por entonces estaba embarazadísima de Gabriela y tomé buena nota de sus consejos… a partir de entonces, he utilizado el karité a diario en mi cara y cuerpo, y para hidratar, nutrir y masajear a mis hijos. Son momentos preciosos de contacto y cariño que forman parte de nuestra vida.
La semana pasada la Cónsul Honoraria de Burkina Faso nos regaló a Maica y a mí un bote de manteca de Karité de la Fundación Katiou que ella preside. Nos comentó que las vende para sacar fondos y dar oportunidad a mujeres y a niños de su país invirtiendo en su educación. Esta manteca es 100% natural y si Dios quiere, la tendremos disponible en La Galería de MAMAH AFRICA y en la tienda online a partir de septiembre. Yo la acabo de estrenar con Gabriela para hidratarle las trenzas, el cuero cabelludo y para protegernos la piel del sol (otra de sus múltiples propiedades). Es estupenda!
Nutre, hidrata, fortalece, protege, regenera, calma y cura el cabello y la piel. ¿Qué más se puede pedir?